jueves, 11 de noviembre de 2010

Hasta que la vida decida



Mi corazón me suplica que mi cabeza deje de nombrarte,
disfrutar del ahora sin que tu recuerdo lo custodie a cada instante,
deleitarme en mi presencia, incluso más de lo que me recreé con la tuya,
y no recibir la noche con el cuerpo sediento de la calidez de tu piel rozando la mía…

Necesito volver a darme cuenta de que sólo yo me pertenezco,
ilusionarme con la llegada del sol, sin soñar con amaneceres de ti,
regresar a las playas donde nos amamos, sabiéndolas igual de bonitas,
ser consciente de que la luna se llena, aún sin tu mirada, aunque estés lejos…

Así, suelto las cadenas de espuma con las que mis sentimientos están atados a tu boca,
te dejo marchar, me recupero, doy nuevas oportunidades a la vida que he de alcanzar,
esa que, aún añorándote, no te incluye, porque nuestra eternidad prometía ser efímera,
y acabó alargándose más de la cuenta porque la juramos tan fugaz como pura y verdadera…

Me despido. Feliz por habernos compartido. Hasta siempre. Hasta pronto. Hasta que estemos preparados.
Hasta que la vida decida… Toda la suerte. Te quiero.